En el rancho se cometieron numerosos asesinatos. Si fue o no un campo de exterminio, depende de la connotación que se asigne a ese término. Allí había prendas y restos humanos que daban cuenta de la desaparición de centenares de personas. En vez de enfrentar y condenar ese hecho, la presidenta y su gobierno promovieron una discusión semántica que, a final de cuentas, beneficiaba a los criminales.