En política , lo peor que le puede pasar a una persona concernida por ella en cualquiera de sus planos principales -el político, el mediático, el de simple miembro de la polis- es perder la ponderación. La ponderación es el arte del espíritu que nos permite medir, pesar, sopesar y es contraria, por tanto, al absolutismo, el maniqueísmo, el sectarismo.