Verdadero enigma el origen de este plato. Comenzó a verse en recetarios cubanos del siglo XIX y también se le conoce en zonas de Brasil. Su caprichoso nombre, al parecer, viene del color de las berenjenas, aunque en ese caso, se refería al hábito de un obispo, no al de un simple cura. De todos modos, tiene una resonancia picaresca, sorpresiva para un manjar con delicadeza para inquietar paladares de iniciados.