Mientras que el precio de los smartphones, tabletas y otros dispositivos electrónicos ha subido considerablemente en los últimos años, paradójicamente, el de los televisores ha bajado. Hace unos años, tener en el salón uno de gran diagonal era un lujo al alcance de muy pocos bolsillos. Prácticamente, un capricho para los consumidores más pudientes. Actualmente, es posible disfrutar de una Smart TV gigantesca sin vender un riñón o endeudarse durante años. El mejor ejemplo lo encontr...