Leyendo de nuevo “Los ríos profundos”, del escritor peruano José María Arguedas, retorné, con otros ojos, a esa realidad peruana cargada siempre de una violencia a veces borrosa e imprecisa y a veces palpable y evidente, como un bajo relieve resaltando geografías, hombres, mujeres y dioses en una explosión de colores, a veces concéntrica, a veces tan desordenada como las piedras de un mosaico.