En lo que se refiere a la salud, el Plan Nacional de Desarrollo es un documento técnicamente muy limitado: sin diagnóstico, sin cifras, retórico, con un objetivo muy general, con estrategias muy vagas, con metas muy pobres, que no hace mención a los recursos que se movilizarán para atender los retos en salud, y que acusa un franco desprecio por la rendición de cuentas y la promoción de la participación de los usuarios en los asuntos de salud.