Sin las redes sociales, es probable que no sabríamos la magnitud de lo que está ocurriendo en Gaza, tal como la prensa filtró e impidió que llegaran a nosotros las imágenes más cruentas de Ruanda, Bosnia o las Torres Gemelas. Sin embargo, la paradoja de estar asistiendo en tiempo real a la peor masacre del siglo XXI viene aparejada con la total impotencia de acción. Esa es, en pocas palabras, la inconmensurable crueldad del mundo conectado.