Durante siglos, las comunidades han realizado rituales y prácticas para sostener colectivamente la pérdida, como los velorios, funerales, condolencias o animitas. Un griefbot, por el contrario, reconfigura el duelo en una experiencia solitaria. En ese sentido, su uso puede intensificar una tendencia ya presente en nuestras sociedades: la externalización del cuidado y la automatización de vínculos que requieren mirar al otro.