Desde su experiencia neurodivergente, el politólogo Fran Castignani lee El imperio de la normalidad, de Robert Chapman como la oportunidad de darle un nuevo sentido a la palabra “diversidad”, tan corroída por la neolengua empresaria como por la institucionalización neutralizante. Y propone una distancia creativa para revincular diversidad y comunidad, dado que el lazo social es estructuralmente divergente y trastornado.