Para el Dr. Reich los orgasmos movían al mundo. Estaba tan convencido de sus ideas, que había puesto una unidad de medida a tal energía, el Orgón. Creía que a través de un dispositivo podía reorientar esta fuerza distribuida anárquicamente en el Universo y dirigirla para la cura de enfermedades, como el cáncer, las neurosis, o en todo caso, hacer llover. Reich terminó sus días en la cárcel de Lewisburg. ¿Cómo un psiquíatra austriaco, alumno de Freud, terminó sus días en una p...