Para alguien que le apasiona andar en bicicleta como este servidor, Valonia puede ser como el nirvana: cientos y ciento de kilómetros de senderos con relativamente poco desnivel, una red que atraviesa pueblos medievales y elegantes urbanizaciones con templos religiosos con siglos de historia (o algunos más nuevos), que enlaza un túnel tras otro como las cuentas de un rosario, y que permite descubrir la belleza de sus bosques en estratégicos miradores. Y también, hay que reconocerlo, con ...