Quien llega hasta este rincón de Navarra, casi sin proponérselo, percibe que ha entrado en un espacio distinto. La atmósfera húmeda, las montañas cubiertas de niebla y el murmullo constante del txirimiri envuelven al viajeros en un silencio que no es vacío, sino cargado de historia. Los bosques de robles y hayedos que lo rodean parecen custodiar secretos antiguos, y hasta los prados verdes, que cambian de piel según la estación, contribuyen a la sensación de estar en un escenario su...