Este relato ha sido el ganador del concurso de divulgación Ciencia Jot Down con la temática «Elementos críticos: del wolframio a las tierras raras» en la modalidad de narrativa. El laboratorio de materiales de la Universidad de Helsinki estaba casi vacío aquella tarde fría de invierno. El profesor Leo Korhonen, especialista en […]| Revista Mercurio
Tras apurar de un trago la jarra de cerveza que Lem me había ofrecido, le dije en voz baja, para que solo él me oyera: -No soy un agente de los Veladores ni un “resucitado” por Ijon o por Chalcedon, no vengo del universo feto vinculado al planeta Cerebro, y […]| Revista Mercurio
El Teatro de la Mañana abre su telón para representar una nueva ficción sonora sobre Juan Martín Díez, el Empecinado, libertador de España.| Libertad Digital - Cultura
-Gracias por venir -dijo Lem mientras salía de detrás de la barra y se sentaba en uno de los altos taburetes que la flanqueaban-. Como la mayoría ya sabéis,| www.revistamercurio.es
Este es el capítulo centésimo segundo de La Taberna Flotante. Estás ante la puerta del malfamado tugurio galáctico, que es un espejo gris (es decir, blanqui| www.revistamercurio.es
No había mucha gente en la Taberna Flotante. En un rincón apartado, bajo una silenciosa campana extractora que impedía que el humo se dispersara por el local| www.revistamercurio.es
El microrrelato ganador ha sido: Fontaneros y fontaneras por maria1988 Raquel cogió otro manojo de pelos y lo tiró al sumidero. Llevaba toda la semana ac| Revista Mercurio
-No sabía que hubiera serpientes en Münchhausen -dijo Casandra. -No las hay -aseguró Lem. -Al menos una -replicó ella señalando hacia la puerta. -Una qu| www.revistamercurio.es
Poco después de ser dejada en libertad por los Veladores, Casandra coincidió en la Taberna Flotante con el profesor Puntofijo. El matemático se sentó en un| Revista Mercurio
Al cabo y en una tromba los nuestros dieron la respuesta: «¡Ay, que dolor!», gritó la mujer joven, y «¡Ayayay!», balbuceó la abuela ciega, a sabiendas de que los suyos volvían de un más allá menos que distante, pero impersonal. La Bulla, ominosa, nos siguió kilómetros y desapareció, o eso […]| Granta
Federico Robledo buscó sobresalir desde muy niño. Otros párvulos con aptitud para el dibujo aspiraban si acaso a dibujar con cierta corrección. Él quería ser el mejor dibujante o nada. Y se atuvo siempre a esa disyuntiva radical. A los doce años ejecutó su primera obra digna de memoria: un […]| Granta
Se marcharía, tiraría hacia el sur. Desde el amanecer no soplaba el viento, y él estaba allí, entre los demás, envuelto en el polvo de mármol que se acumulaba como una niebla. No servía el casco protector de color blanco, no servían las gafas protectoras de color oscuro, ni el […]| Granta
Durante más de la mitad de mi vida he estado inmersa en la traducción. Me mudé a los Estados Unidos con dieciocho años y, aunque mi lengua materna sea el español, hablo el inglés con tanta fluidez como la de un nativo. Cuando se vive entre lenguas, la conversión del […]| Granta
Bertine Serraud viajó por primera vez a La Habana en octubre de 1969, invitada por Casa de las Américas. Por entonces ella y Erskine vivían la mayor parte del año en Bruselas, en un apartamento que…| Granta
En un apartado rincón de la Taberna Flotante, bajo una silenciosa campana extractora que impedía que el humo se difundiera por el local, Mou Gonza y Ric Ric (también conocido como Grillo por ser su nombre onomatopeya del canto del ortóptero) compartían un anacrónico narguilé. Y también compartían su interés por el corpulento nohumano que, sentado en uno de los taburetes de la barra, conversaba con el tabernero.—En| Revista Mercurio
La segunda vez que la cantante calva entró en la Taberna Flotante llevaba una finísima diadema azul, que más bien parecía una línea trazada con regla sobre su frente.Nada más verla, las pocas personas que había en la taberna se marcharon en silencio. No querían volver a oír su desazonadora canción, ininteligible pero vigorosamente disuasoria.—Salve, Bernadette —la saludó Lem desde detrás de la barra.—Soy Vana 16 —contestó ella con voz átona sentándose en un taburete—.| Revista Mercurio